Provocación




Vi este vídeo de Natalia Lafourcade hace unas semanas; una vez que me preparé lo suficiente para dejar de lado la imagen mental que la canción me había provocado y estuve lista para conocer la versión oficial. 
Normalmente cuando una canción me hace sentir algo fuerte prefiero quedarme con ese sentimiento y no adaptarlo a la historia que aparece en los videoclips. Sin embargo el vídeo se acopló a la idea que la música me había generado, a mis sentimientos encontrados.

Inevitablemente me hizo pensar en las las relaciones (en las mías, de mis amigos y familia), en lo bonitas y tortuosas que pueden llegar a ser. También en las películas de amor, en las que todo termina en felicidad eterna. Recordé los libros que retratan fugaces y dolorosos amoríos. Así como las muertes que han sido cometidas una y otra vez por un corazón roto.
A mi parecer todo tiene en común la esperanza, su presencia intermitente. Porque así somos las personas, esperanzadas hasta la tragedia, amantes de la agonía; alentadores de amores imposibles, incoherentes e irracionales. 

Ésto me regresó al punto de partida, a la pregunta que más me ha costado responder toda la vida:

 ¿Cuándo sabemos cuando ya es suficiente?

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