Inspiración vol. 2

Hace unas semanas leí un artículo de Leila Guerriero en el que hablaba del proceso/ritual creativo que lleva a cabo cuando se encuentra frente a una hoja en blanco, es decir, cómo encuentra la inspiración para escribir.
Me gustó, me hizo ver mis propios escritos -y todo lo que los influye- en perspectiva. Me llevó a pensar en lo complejo de la escritura; en que ni la selección del tema ni el determinar la intención de las palabras es cosa fácil, y menos aún el plasmarlo coherentemente en un párrafo. Siempre he pensado que debe haber un toque de genialidad al redactar y constantemente lo confirmo.

No es sencillo escribir para un público adverso, cada vez más crítico, menos impresionable y en ocasiones más ignorante. Resulta difícil y cansado encontrar la inspiración que buscas, invitarla a trabajar con tus ideas y realmente aprovecharla el tiempo que decida quedarse. Esa es la maldición del escritor.

El artículo que leí me dejó pensando en la cotidianidad, en la inspiración que puede encontrarse en ella y en no despreciar esos destellos de lucidez. Por ejemplo este texto pensé escribirlo al día siguiente de leer el artículo, mientras caminaba a la estación del tren. Días después comencé a pensar en mi investigación y a hacer anotaciones al respecto. Si continúo así espero terminar mi tesis en unos meses más, mientras camino por la ciudad.

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