Gastritis

A veces me gustaría ser más impulsiva, visceral.
Quisiera no ser tan centrada ni reaccionar tranquila y coherentemente a las adversidades.
¿Por qué no decir lo que pienso sin precauciones? Sin editar las ideas en la cabeza, sin preocuparme de herir al receptor.
¿Por qué nos enseñan a guardárnoslo todo? -¿Por qué aprendí a hacerlo?- ¿Por qué nos acostumbramos a sentirnos mal con nuestra libre expresión? Tenemos libertad para pensar, pero no para plasmarlo en palabras y letras.
Todo esto quema muy adentro. Cada palabra que no digo se hospeda en mi cabeza, para asegurarse de que no la olvide, deambula por ella, remueve todo y lo acomoda a su gusto. Me enojo conmigo por no poder correr a ese molesto inquilino, por no ser tan valiente como para dar a conocer de manera íntegra mis ideas y así prohibirle que continúe haciendo estragos a mis pensamientos. 
Como si esto fuera poco, esas palabras que no salieron de mi boca también pasean por mi esófago hasta el estómago, quemándolo, provocándole acidez e indigestión. Así obtuve mi gastritis crónica ¿respondí tu pregunta?

Comentarios

Entradas populares